¿Por qué evaluar el impacto?

Debido a la importancia que ha adquirido el desarrollo de competencias y calificaciones, así como el monto significativo de inversiones públicas y privadas, es necesario conocer el impacto de las acciones de formación llevadas a cabo.

La necesidad de evaluar el impacto se reconoce cada vez más en ámbitos institucionales, públicos, privados y por las personas interesadas en la formación. Conocer los resultados, efectos e impactos de los programas de formación resulta fundamental para tomar decisiones respecto de la calidad, la pertinencia y equidad de los mismos.

La creencia de que evaluar el impacto implica procesos exigentes en información y en tiempo y, por ende, relativamente complicados y costosos, inhibe muchas veces la utilización de esta herramienta práctica. En la evaluación no siempre son mejores los métodos más ortodoxos que muchas veces sólo se reproducen en laboratorios y no se relacionan con la práctica cotidiana de la información.

En esta misma línea, hay quienes opinan que una evaluación de impacto no siempre se justifica y se debe ser selectivo para determinar los casos en que se llevará a cabo. Al respecto, en esta Guía se propone la regla de: “entre evaluar y no evaluar, siempre es mejor evaluar (Grubb & Ryan, 1999)” que se puede complementar con: “lo que no se mide no se puede mejorar”.

La cadena de resultados y su aplicación en la formación profesional:

Para que una acción formativa tenga sentido y genere resultados debe responder a una necesidad de formación. Luego de identificar cuál es la necesidad, o sea la demanda de formación, se definen los objetivos a lograr, se asignan recursos y se realizan procesos que conducen al aprendizaje. La calidad, pertinencia y equidad con que se ejecuten las intervenciones, determinan los efectos de las personas, las empresas y la sociedad. A la visión de este ciclo como un proceso, se le denomina la cadena de resultados, que se muestra en el gráfico siguiente:

 

Los insumos son fundamentalmente recursos financieros que se utilizan para desarrollar procesos de aprendizaje, construir un centro, diseñar un programa de formación,  elaborar recursos didácticos,  capacitar docentes, entre otros.

La inversión se realiza para incrementar cierta oferta. En el caso de la formación este incremento se ve en términos de: centros de formación construidos y dotados, materiales didácticos elaborados, talleres de formación disponibles, currículos por competencias diseñados.

Los efectos deseados se producen una vez llevado a cabo el proceso de formación en respuesta a la demanda.

Los efectos directos, por lo general, se perciben en el corto plazo y se pueden medir al finalizar cada curso, por ejemplo: evaluaciones de competencia aplicadas, participantes formados, certificados otorgados.

El impacto es el último propósito de la formación que debería reflejarse en mejoras en el bienestar de los participantes, en la productividad de las empresas y en la sociedad en su conjunto. En el anexo 3 se muestran las variables seleccionadas en un caso de evaluación de impacto.

 

 

25  Grubb, W. Norton; Ryan, Paul. The roles of evaluation for vocational education and training: Plain talk on the field of dreams. OIT, Ginebra, 1999